sábado, 1 de febrero de 2014

ENSAYO

En este ensayo de vejez solo me falta morirme.
Habiendo hecho cuanto pude y habiendo dejado de hacer cuanto quise. Voy bien.
He simulado mi soledad lo más real posible, sin mayor compañía y sentimiento que el mismo que soy capaz de darme.
He sentido ese viento frío que azota las puertas y golpea las ventanas que sonará cuando mis hijas partan.
He pensado en cambiar las cortinas y en el acto me he arrepentido pensando que no será necesario pues una casa o un departamento serían solo darle mayor metraje a la soledad.
He desayunado y almorzado, sola obviamente. Masticado a discreción. Caminado sin apuro.
He prendido la computadora y he venido a la oficina.
Como hacen los viejos, los desocupados. Como Martín Santomé.