martes, 28 de abril de 2015

Sin prudencia alguna

Cuando tengan ganas de llorar, lloren. Háganlo sin prudencia alguna.
Aguantar el llanto o la pena es agotador, mantenerse fuerte y siempre en pie es autosabotearse. La paz (cuando la he conseguido) siempre ha aparecido frente a mi luego de una larga tormenta. Ha sido proporcional a la intensidad con la que la buscaba y me ha hecho derramar la misma cantidad de metros cúbicos de lágrimas, de los que derramé mientras me encontré en su búsqueda.
Lloren, lloren mucho. Esa es la forma en la que su corazón pide un descanso por haber abusado y haberlo tratado como un elástico. Recuerden: El corazón es un músculo y conforme más lo usen estará sano y fuerte, pero si lo dejan será fofo y ocioso.
No digo que sea fácil, a veces querrán arrancárselo y no podrán (les juro que no podrán) pero bien valdrá la pena cuando al más mínimo estímulo sientan como brinca en su pecho y todo lo demás ya no cuenta.
Lloren fuerte, griten y pataleen todo el tiempo que les sea necesario y no permitan que nadie les diga cuando es tiempo de parar o cuanto más deben seguir haciéndolo.
Pero sepan y estén seguras (porque se los juro hijas mías) que derramada la última lágrima, habrá un camino largo y hermoso por delante. Qué merecer ser vivido plenamente y por el que bien vale la pena luchar.
No habrá otra vida chicas! Es ahora o nunca! Nada puede impedir que seamos felices, ese es nuestro único fin.

***Post guardado por meses, va siendo hora que salgan a la luz, porque el sol empezó a brillar para mi