martes, 26 de julio de 2011

8 de Mayo

Domingo, 08 de Mayo de 2011, 06:06:31 p.m.

He vivido el milagro de dar vida dos veces. Y en efecto te cambia la vida por completo.

Somos una mujer antes de parir que deja de existir al momento de que alumbramos a nuestros hijos.

Trato siempre de cerrar los ojos y recordar esos momentos, y aunque están frescos en mi memoria no se comparan con esos días. Recuerdo cuando oí ese llanto, ese llanto donde Valentina me decía que estaba conmigo, ahí justo a mi lado. Que había llegado para quedarse, para llenar mi vida, para darme esperanza, para colmarme y convertir mis días en montaña rusa.

Tenía 21 años y nunca había sentido tanto miedo. Saber que esa pequeñita dependería de mí para siempre me ponía la piel de gallina. Había tantas cosas para pensar, pero eran más importantes las que ella me enseñó a sentir.

Luego llegó Lu, me agarró un poco más preparada, pero esa experiencia de poco sirvió. Porque Lu es reveladora e impredecible. Con un temperamento enorme y más libre de lo que yo he sido hasta ahora.

Ellas son mí día a día, me conectan. Me hacen sentir cosas que son difíciles de explicar. He cambiado todo por ellas y lo he hecho con gusto. Ellas sacan lo mejor de mí y lo que yo solo he podido notar cuando llegaron a mi vida.

Sentir sus llantos, su respiración, verlas crecer cada día a mi lado es suficiente razón. Retrocedería el tiempo? No. Hubiera esperado más para tenerlas? No. Me apresuré? No.

Esas dos niñas manejan sus tiempos, yo solo fui el medio para que estén aquí. Son maravillosas y viven plenas. Me encanta verlas despertar despeinadas. Me encanta caminar por la calle jugando a “quien no pisa la rayita”. Me encanta que Vale se haga más valiente día a día. Me encanta Valentina porque no “se le pasa una”. Me encanta Luciana porque ella “siempre es”. Luciana gobierna sobre si misma (y también sobre mí). Me encanta rendirme con ellas, que siempre me dobleguen y consigan lo que quieren. Me encanta renegar con ellas por cosas sin sentido, porque cuando hay sentido no reniego – solo las abrazo fuerte y las paso por alto.

Ellas no me dan trabajo, me dar fuerza.

Amanecí y aparecieron las dos. Juntas gritándome, y claro me dieron regalos que prepararon y compraron. Pero ellas no se imaginan que lo mejor que pueden dar – me lo dan todos los días. Cuando despiertan y cuando las meto a la cama y les apago la luz. Esos días que ellas me regalan son lo mejor. Ellas me dan una vida de lujo.

Y si en algún momento existe la posibilidad de que los hijos escojamos a nuestras madres yo prometo no defraudarlas. Prometo darles todo el amor del mundo, prometo besarlas y decirles cuanto las amo cada día, prometo estar a su lado y acompañarlas en cada cosa buena o mala que vivan, prometo entrometerme en sus asuntos y siempre darles mi opinión, prometo decirles la verdad y que ellas sepan todo lo que quieran saber usándome como primera fuente, prometo guiarlas y dejarlas equivocarse, prometo que cuando se equivoquen mis brazos estarán aún más abiertos, prometo respetarlas y oír sus deseos y cumplirlos, prometo asegurarme que sean todo lo feliz que alguien puedan ser, prometo no juzgarlas y siempre negociar, prometo celebrar todo lo que las alegre, prometo enseñarles a superar cualquier pena. Voy a estar con ellas incondicionalmente.

Prometo guardarles todo lo que escribo para ellas y mostrárselo el día que me hagan abuela, que sin importar la edad en la que ocurra sabrán que donde este yo, será su casa y tendrán un lugar que nadie podría tomar.

A cada momento del día ellas me hacen acordar a mí de chica. Ahora del otro lado repito todo lo que mi mamá me decía. Cuando ellas me miran feo o se resienten por cualquier cosa… recuerdo cuando yo quería desaparecer a mi mamá – claro – ese deseo inofensivo pero verdadero… y tantos años después ella sigue a mi lado.

Me convertí una Marthita (guardando las distancias para no sonar irrespetuosa, ella es de lejos mejor que yo) aprendí de ella todo lo que debo hacer.

Porque ella es así, experta en enseñar con el ejemplo.

Marthita es un encanto, un privilegio. Ella es una mujer como pocas, ya no habemos mujeres así. Le he cerrado la puerta en la cara mí veces, le he hablado horrible y la he hecho pasar por cosas innecesarias. Pero ella siempre ha estado ahí. Fuerte como un roble con los brazos abiertos, dispuesta a perdonar y a acogerme. Dispuesta a darme fuerza y estar a mi lado.

Ella sabe que no hablo, que me cuesta, que digo poco, que todos los días me retraigo más pero me entiende. Se hace notar y sin que haga falta porque yo estoy plenamente segura que es así. Me ama.

Ese es el amor que solo una madre puede sentir. Un amor incondicional que no está sujeto a nada. Sin interés alguno. Ese amor enorme que no tiene fin. Que está ahí siempre dispuesto a darse.

Ella me ha dicho las verdades más dolorosas y me ha encarado mil veces. A ella no le puedo decir que no. Pero ella también me ha hecho sentir especial. Me hace saber que cuando alrededor hay poco puedo encontrarla.

Marthita es una fénix. Ha visto el suelo de cerca mil veces y siempre consigue despegar con elegancia. Ella siempre sale, y es experta en ganarse el respeto de todos. De tener siempre la reputación intacta. Marthita no usa chaleco antibalas porque no lo necesita. Las balas se le corren. Y los problemas acuden a ella confiados porque los resolverá.

Marthita es mi mami, y de lejos es la mejor de todas. Yo la amo con todo mi corazón y quisiera tenerla a mi lado siempre.

Ya he dicho todo lo mejor posible, pero no puedo dejar de mencionar a Elva.

Ella es mi suegra y es madre de cuatro. Pero sobre todo es también abuela de Vale y Lu. Experta en engreír y abuela gallina por convicción. Siempre dispuesta ayudar y a sacrificar de sí misma para dar a los demás. Es fácil recurrir a ella para todo. Siempre lista y atenta. Preocupada y feliz de tener a su nietas alrededor. Y a quien le agradezco infinitamente el amor que le da a mis hijas. La paciencia y el consentimiento con qué las trata. Valentina pasa largos días con ella y siempre regresa feliz y yo siento que están seguras en uno de los mejores lugares del mundo y con la mejor compañía. Abu le dicen.